22/10/2016
Cristino Suárez, presidente de la SECPRE
El ejercicio ético de la Cirugía Plástica, Estética y Reparadora comienza, evidentemente, por el cumplimiento estricto de la legislación vigente. Es el caso, por ejemplo, de la Ley de Autonomía del Paciente, que obliga a pedir el consentimiento de los padres a toda persona menor de 16 años que deba o quiera someterse a una intervención, sea la que sea.
A continuación, en un ámbito tan subjetivo como el de la Estética, la SECPRE promueve la comunicación exhaustiva médico-paciente, que incluye el uso de consentimientos informados detallados y una práctica clínica vinculada a las expectativas reales, es decir, las que se basan únicamente en criterios clínicos, no en deseos personales -ni del cirujano ni de su paciente- ni en motivos económicos.
Finalmente, es sabido que nuestra Sociedad insiste incansablemente en que los pacientes se aseguren de que quienes les intervienen de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora sean médicos con la única titulación oficial existente en España para ello y, en lo posible, miembros de la propia SECPRE, pues tal condición otorga un plus de salvaguarda ética, dada la Comisión Deontológica que existe en su seno.
Nuestros estatutos consideran “faltas muy graves”, con la consiguiente posibilidad de expulsión, la comunicación de expectativas no realistas de los tratamientos propios de la especialidad, el uso de imágenes engañosas de supuestos resultados o las ofertas tipo 2x1, descuentos con fecha límite y similares, cuyos precios -por debajo de costes razonables- dejan entrever una calidad cuestionable y, por tanto, contraria a todo lo anteriormente expuesto.